LA COMIDILLA Ciento seis.
¿Les he contado de mi aversión a comer comida mexicana en Estados Unidos? Jajaja, creo que sí. De la salsa dulce, de los totopos fake y demás bodrios. Pues entonces querrán saber de mi experiencia del día de hoy. Tenía la curiosidad de visitar el 106, (así, ciento seis) y de ver con mis propios ojos y probar con mi propia boca a ver qué tanto estamos dispuestos a hacer los oriundos de esta región por nuestra gastronomía. Y me llevé una sorpresotota. Mis expectativas no eran las mejores pues tenía algunas referencias (ahora se que equivocadas)de lo que se pretendía hacer en ese lugar en donde hasta hace algunos meses estaba el restaurante La Reserva, que dicho sea de paso, me parecía que el lugar prometía más de lo que ofrecía. Nunca se dió el verdadero estirón y no terminaba de “cuajar”. El lugar no ha cambiado mucho, el mobiliario es el mismo, pero en vez de mantel negro hay mantel blanco, el piso de cemento pulido ahora luce uno de pasta primoroso, continúa con la sobriedad de la Reserva, pero el mantel blanco le da una elegancia y sencillez muy necesarios para ponerte en contexto y recibir lo que verdaderamente saben hacer en el 106 ciento seis.
De entrada nos sugirió el capitán varios platillos, unos taquitos de jícama, un tiradito de betabel y un volcán de ribeye. Cada uno merece un capítulo especial pero los tacos de jícama se me hicieron únicos, de camarón rebozado, con mango y una salsita verde, acompañado de limón con tajín. Los camarones en su punto, con sabor verdadero. De verdad cuando me los describió el capitán pensé en unos camarones sin sabor y así. El volcán de ribeye muy diferente y el tiradito de betabel estaba sublime…así como les digo. Rostizadito, como caramelizado, acompañado de una mayonesa preparada, suculenta. Pedimos una cremita de frijol realmente bien condimentada con todos sus complementos muy ordenados. Antes de nuestro plato fuerte nos mandaron una “ensalada ciento seis” que lleva, lechugas, manzana, corazón de nuez, aceitunas kalamata y queso de cabra, perfectamente y sutilmente perfumada con un aderezo muy delicado al parecer de balsámico con aceite de oliva. Seguimos con las verduras asadas, servidas divinamente en una fuente de tronco de árbol: Betabel, zanahoria, portobello, calabacita y cebollas de rabo asadas, medio rostizadas, con un aderezo o mayonesa preparada deliciosa. Soy amante de este platillo en La Nacional, en Monterrey, pero me van a perdonar los que como yo son fans de ese restaurante porque las del ciento seis son muy SU PE RIO RES.
Pensando que ya habíamos visto lo mejor, pedimos (ahora sí con un poco más de precaución) un corte de carne, un ribeye con hueso. Pues déjenme decirles que hasta el día de hoy teníamos que hacer la carne aquí en casa para comernos un BUEN corte de carne, porque fuera de algún buen intento de uno que otro restaurante, no íbamos con gusto a ninguno pues ya sabíamos que lo traían como una sabanita (delgadito) o que el término no llegaba correcto o que estaba dura. Nada de eso ocurrió esta vez. Nos hemos comido el mejor cacho de carne que en mucho tiempo no habíamos probado ni en Monterrey. Nuestro corte estaba PERFECTO, tanto en el término como en la frescura, lo jugoso y la suavidad natural de la carne. Y ¿qué les cuento de la guarnición? pues todo: espárragos, cebollitas asadas y unas papas…no sé cómo describirlas: van a ser el must en el CIENTO SEIS, fritas con mantequilla de trufa. De verdad el complemento perfecto o más bien inolvidables.
Me encantó ver un menú concreto y a la vez muy completo. Tiene varios tiraditos, además del de betabel pude ver uno de atún y otro de robalo. Varios cortes de carne y muchas entradas, sopas y ensaladas dignas de cualquier gran restaurante de cualquier gran ciudad. Muy original, con ingredientes muy de moda, sanos y bien combinados. Les auguro que si siguen trayendo esa calidad en carnes, si siguen innovando en la cocina y mantienen un servicio como el de hoy, tendremos CIENTO SEIS para rato.
Es un hecho que esta calidad de platillos deberá ser maridada con un excelente vino. Por ahora que van iniciando ofrecen un vino de la casa pero estoy segura (me lo anticipó “aquí entre nos” el capitán) que ya están seleccionando una magnífica cava para dentro de poco.
Yo, ya quiero volver y ahora sí dejar un “huequetito” para tener unas crepas de dulce de membrillo, como la cereza del pastel.
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