Pues, después de la tempestad llega la calma. El 20 de enero que ganó Trump las elecciones me dio un ataque de nacionalismo y juré ante la cruz no volver a consumir productos estadounidenses y menos comprar en Estados Unidos. Así que de inmediato tomé medidas: no más compras en el heb de Nuevo Laredo, no más visitas a sam’s, ahora compraría la ropa en tiendas de Monterrey y México. Y empecé un camino que les confieso que si viviera en
otra ciudad más grande hubiera sido un poco más fácil pero debido al tamaño de la ciudad de Nuevo Laredo, no tenía muchísimas opciones por lo que empezó mi peregrinar y volteé a ver a otros lados donde antes no lo hacía a pesar de que soy promotora de lo hecho en México y de consumir local pero NUNCA lo había hecho a conciencia. Empecé a traer café orgánico 100 por ciento mexicano, calidad exportación para mi consumo y para el que compartiera mi gusto por tomar el mejor y más fresco café posible. Cambié mi rutina totalmente y salí de mi zona de confort y mi supermercado favorito, hecho a la medida, donde ya me sabía de memoria los pasillos y los días en que era más conveniente comprar y los mejores horarios para hacerlo. Visité boutiques en lugares diferentes a los acostumbrados para una habitante de una ciudad fronteriza con Estados Unidos. Todo esto me hizo darme cuenta lo importante que es mover la economía de nuestra ciudad y darle juego a todos esos negocios pequeños y medianos que luchan contra las grandes cadenas y les cuento cuál es mi rutina a 4 meses de haber cambiado mis hábitos de compra. 1. Los lunes compro verdura en Smart que además de que no haces fila (nunca), SIEMPRE te ofrecen el redondeo. 2. Cada quince días voy a City Club y compro pollo, carne, pan, papel de baño, servilletas, jabones, champú y agua embotellada y algo de fruta. 3. Cada semana o cada diez días, voy a una tienda especializada en carnes frías (JB, por la calle Morelos) y compro queso Chihuahua rebanado, jamón fud o zwan rebanado delgado, queso cotija desmoronado, frijol, huevo, cacahuates, botanas, chiles secos y especies. 4. Cada quince días o cada mes voy a ROTO, un lugar especializado en pescados y mariscos en mi ciudad y ahí compro salmón, pescado blanco, camarones, pulpo, mezcla para mariscada y almeja. 5. Y solo voy al heb a comprar lo que me falta como tostadas susalia, algunas frutas y verduras más y un sustituto de azúcar que solo consigo ahí. A sam’s una vez al mes a comprar un té de dieta y unas toallitas desmaquillantes. Ya no me azoto, ya pasó y…encontré el camino medio. Ahora privilegio los productos mexicanos con ahínco, las empresas mexicanas y si se puede local mucho mejor y ya no le dejo todo mi dinero a una sola empresa y hago como se hacía hace mucho aquí en México antes de que existieran los súper e hipermercados y se sigue haciendo en muchos de los lugares más avanzados económicamente: El pan se compra en la panadería, los embutidos en la salchichonería, la fruta en la frutería y así. Yo agrego que ahora tomo mejor café de grano, mexicano y orgánico que antes del 20 de enero y solo puedo decir: GRACIAS, TRUMP, ¡todo es una oportunidad!